Juan Teodoro Lacordaire fue un
científico francés, naturalista, profesor y luego Rector de la Universidad de
Lieja. Entre los años 1825 y 1832 Lacordaire viajó por las Provincias Unidas
del Río de la Plata y otras regiones de América. En 1829 estaba en Córdoba y
presenció la batalla de La Tablada, en la que se enfrentaron los ejércitos
liderados por el General Paz y el General Facundo Quiroga. A su regreso a
Francia publicó una serie de obras. A continuación un fragmento de un escrito
suyo publicado en Revue des deux mondes que reprodujo el historiador José
Luis Busaniche:
"A eso del mediodía, y por la
entrada de los desfiladeros pudo verse la cabeza de una columna
de ejército [de Facundo Quiroga],
marchando en dirección a la ciudad (…). La columna entró en la ciudad y vino a
colocarse en orden de batalla a lo largo de nuestra calle, la que ocupó en toda
su extensión. Quiroga y Bustos venían a la cabeza. La vista de estos dos
hombres y sobre todo del primero, que oíamos nombrar hacía mucho tiempo, excitó
nuestra curiosidad.
(Quiroga) era de talla mediana pero
bien proporcionado. Sus miembros musculosos denotaban la fuerza y la audacia;
(...) sus ojos (...) que mantenía invariablemente bajos cuando hablaba,
producían temor. Una barba tan espesa que le ocultaba la mitad del rostro,
hacía más característica su expresión [...].
Como no recibiéramos la orden de
partir, permanecimos próximos a él para ser testigos de los sucesos. Un
ayudante que había sido enviado a los milicianos encerrados en la plaza, con
una capitulación, si así puede llamarse a la orden de rendición incondicional,
volvió con la respuesta: aquellos pedían cierto tiempo para deliberar.
Quiroga leyó el papel con una sonrisa
de menosprecio y lo pasó a Bustos, por encima del hombro. Después se lo tomó de
las manos, tachó de un plumazo el contenido del papel y dijo al ayudante que
intimara a los sitiados la rendición, porque de lo contrario atacaría la plaza
de inmediato. Los milicianos, que habían resistido la víspera ignorando la
fuerza de sus enemigos obedecieron y se dispersaron… Quiroga entró entonces en
la plaza con parte de sus tropas, subió al Cabildo, nombró gobernador
provisorio al cuñado de Bustos, y dejando quinientos hombres para defender la
ciudad, volvió a tomar sus posiciones de la mañana en la llanura de La
Tablada”.